Estar en paz en medio de la tormenta

¿Cómo estar en paz en un mundo atormentado cuyas estructuras se disgregan cada día un poco más? ¿Es posible, o incluso decente? A mi modo de ver, la paz interior no es un privilegio egoísta que uno se otorgue en perjuicio de otros, sino un estado elegido y nutrido que se transmite alrededor, en forma comunicativa. Encontrar la paz en uno es la primera etapa ineludible de cualquier obra, ya que como sabemos, nada estable puede erigirse sobre la indignación. Es simplemente imposible levantar un edificio, por pequeño que sea, sobre un volcán en erupción.

Estar en paz en medio de la tormenta Militar por la paz es profundamente antinómico, pues todo comportamiento reactivo no hace sino alimentar la agitación del ambiente. La historia de la humanidad lo deja bien claro: Ir en contra de otras opiniones, imponer su moral y alimentar la polémica lleva a todo, salvo a la paz duradera. Toda paz impuesta por la ley o por las armas se asemeja a un fuego que se incubara bajo la brasa, esperando cualquier ramita para prender de nuevo. La experiencia demuestra que la única paz que podemos cultivar es nuestra paz interior.

Querer a toda costa “salvar el mundo” es la peor de las opciones posibles, pues no contribuye más que a alimentar la hoguera. Es como soplar sobre el fuego para que este se apague. Cuanto más combate una nación lo que juzga injusto, más fácilmente entra en guerra. Es, pues, primordial tomar distancia con el fin de despegarse lo más posible de la locura guerrera que conduce a la humanidad a su propia destrucción. Esta actitud nada tiene que ver con la indiferencia o la insensibilidad. El distanciamiento y la desvinculación de un conflicto equivalen a privar al incendio de oxígeno, permitiendo así que la paz se instale de forma duradera. Obstinarse en querer pacificar una sociedad desintegrada es la manera más eficaz de precipitar su caída, y de sucumbir con ella.

La paz interior es el surgimiento de nuestra naturaleza profunda. No se cultiva pues en la acción, sino en la interiorización. Cada uno encontrará su receta personal. El contacto con la naturaleza y la meditación son, sin duda, las herramientas más eficaces, puesto que desintoxican nuestra mente y nos reconectan con nuestra esencia. Somos todos libres de torturar la mente y alimentar la hoguera, pero podemos elegir también desplegar paz desde lo más profundo de nosotros, aquí y ahora. Nuestro estado interior no es el fruto de lo que ocurre a nuestro alrededor: es una decisión puramente personal. Todos los obstáculos que creemos encontrar son solo pretextos. Solo nuestras creencias obstaculizan nuestra búsqueda de la paz interior.

  • Estar en paz no nos aleja de otros ni del mundo, sino que nos conduce a contemplarlo con el corazón, y sin juicio.

  • Estar en paz es ser consciente en todo momento que un mundo mejor no puede nacer sino de la expresión de lo que nos habita.

  • Estar en paz es desprenderse de toda expectativa de resultados y de toda forma de poder que pretenda imponer su propia verdad.

  • Estar en paz es poder morir a cada instante, sin tristeza y sin rencor.